La vida es muy corta para desperdiciar el tiempo

23/11/10

El pecado siempre crece

Cuando todavía era joven y manejable, un árbol que teníamos en nuestro patio nos daba buena sombra. Pero entonces sus ramas empezaron a expandirse. Al poco tiempo impedía que entrara la luz  del sol. La hierba que crecía a su alrededor comenzó a debilitarse y el huerto no producía mucho. Cuando me di cuenta de que teníamos que tumbar el árbol, tenía en mis manos un trabajo que acababa con la espalda. Me hubiera gustado lidiar  con el problema cuando todavía era pequeño y no después que hubo crecido.
Lo mismo sucede con el pecado. Al principio parece inofensivo, incluso bueno. Pero al igual que un árbol frondoso cuando madura el pecado impide la luz. El pecado puede empezar con una apariencia manejable y segura, hasta que se nos va de las manos.
Mira el pecado como lo que es. Una amenaza que se extiende y que siempre termina en la muerte (Santiago 1:15). Lidia con ese “pecadito” que tienes ahora mismo, no esperes hasta que crezca.

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